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El profeta Eliseo se enteró de que el rey se había rasgado las vestiduras y mandó a decirle:

— ¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel.

Naamán llegó con sus caballos y su carro y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo 10 que le mandó un mensajero a decirle:

— Ve a bañarte siete veces en el Jordán y tu carne quedará sana y purificada.

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